Tomaremos el
cáncer como ejemplo, entre muchos, de enfermedad somática. Podemos suponer que
existen una serie de condiciones para
enfermar de cáncer:
La primera
consiste en una fijación a un período prenatal de la evolución libidinosa, que
corresponde al desarrollo embrionario. Todos los seres humanos experimentamos
fijaciones que permanecen como deseos inconscientes, insatisfechos y reprimidos
y que configuran disposiciones latentes. La cuota de fijación embrionaria que
constituye la precondición cancerosa puede concebirse como un deseo narcisista
prenatal que no se integra con el desarrollo que emprende el resto de la
personalidad hacia los estadios sucesivos, y permanece completamente ajeno a la
conciencia.
La segunda
consiste en un fracaso, actual, de la gratificación libidinosa
correspondiente a los últimos estadios
de la evolución que la sexualidad ha alcanzado en una persona. Especialmente en
aquellos que, para la persona, son los más eficaces y constituyen su modo
habitual de descargar la libido. A partir de esa frustración se condiciona una
regresión que incrementa la energía pulsional contenida en la fijación
narcisista embrionaria, reactivando las fantasías que ese núcleo inconsciente
contiene.
La tercera
consiste en la imposibilidad de descargar a través de cualquier otro de los
estadios posteriores de la evolución libidinosa, la excitación generada en la
fijación embrionaria.
La etapa que
sigue a la fijación narcisista surge de la relación de objeto endogámica que el
niño establece con su madre y excita los deseos incestuosos que determinan el
complejo de Edipo. Por ese motivo, el fracaso en la descarga que constituye la
tercera condición, surge, la mayoría de las veces, como un fracaso en la
descarga de la excitación incestuosa que, en situaciones normales, se satisface
con objetos consanguíneos en forma sublimada o coartando y sustituyendo su
finalidad genital.
Así pues, la
enfermedad cancerosa se desencadena por un tipo particular de fracaso,
constituido por la pérdida de la satisfacción de los deseos inconscientes
correspondientes a un vínculo incestuoso. La forma patológica del narcisismo
esconde una íntima traición del amor a
si mismo. Es soledad, incomunicación, aislamiento, desinterés en los otros,
falta de participación en la comunidad, falta de curiosidad en la vida. Una
pérdida de entusiasmo y del significado de los actos del vivir, que desemboca
en la hipocondría, en el temor a la ruina en el terreno de la salud o del
dinero, en el tedio o en el sentimiento de vacuidad y de fracaso.
Adaptado de "Chiozza, Luís,
Una concepción psicoanalítica del cáncer". Alianza Editorial.